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Hoy jueves, día 28 de enero, tendrá lugar la primera luna llena del año.


En las antiguas civilizaciones, los pueblos nativos crearon los nombres de las lunas llenas del año, a las cuales le atribuyeron “nombres de luna” y connotaciones místicas que, a lo largo del tiempo acabaron siendo adoptados por la casi totalidad de las culturas.

Los Celtas adoraban la luna como divinidad y creían firmemente en su influencia sobre las mareas, las cosechas y los ciclos femeninos. Además, representaba un elemento clave para registrar el paso del tiempo.

Esta primera Luna llena del año, “luna de lobo” lleva este nombre gracias a los nativos amerindios de los Estados Unidos, debido a que, en cada inicio de año, junto con la luna llena, aumentan los aullidos de los lobos fuera de las aldeas.


Los lobos aúllan para reunir su tribu o manada, para enviar una señal del emplazamiento de la manada, para avisar a otros lobos que se queden fuera del territorio de su tribu. Aunque asociemos a menudo los aullidos a la imagen de un lobo solitario, las manadas de lobos, aúllan frecuentemente en coro.


El lobo aporta un profundo sentimiento de fidelidad, de fuerza interior y de intuición. Tal como él, debemos atravesar fronteras y tomar riesgos e ir a menudo más allá de nuestros límites para madurar y crecer. En esta luna llena “luna de lobo” aprovechemos este momento para aullar con nuestra alma por el coraje y presencia espiritual de nuestras praderas internas y para el planeta.

Un abrazo en la mirada de un lobo.


José Luis Nuag





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Nacido de la observación de las manifestaciones espontaneas producidas por los espíritus, el espiritismo se ha convertido en un dominio de experimentación. De fenómenos espontáneos, hemos pasado a fenómenos provocados, es decir, reproducibles mediante personalidades sensibles llamadas médiums.

Pero el espiritismo moderno ha sido elaborado por Allan Kardec a partir de 1855 y promulgado en sus grandes líneas en una primera obra de 500 páginas, El Libro e los Espíritus (1857).


Allan Kardec, cuyo verdadero nombre es Hyppolite Léon Denizard Rivail, nació el 3 de octubre de 1804 en la ciudad de Lyon. Nada lo predestinaba al espiritismo, que descubrió muy tardíamente. Allan Kardec ejerció de pedagogo una gran parte de su vida. Sin embargo, son sus cualidades ligadas a su profesión que le llevaron a cruzarse en el sendero de lo sobrenatural.


Las “sesiones de evocación” se convierten para Hippolyte Rivail en una actividad regular, y en pasión devoradora y esencial. Durante una sesión espírita, un espíritu nombrado Zephir (instituido por su amigo como siendo su “ángel guardián”), inspirado por un médium famoso de la época, le hace una revelación importante:


“Vivíamos los dos juntos hace mucho tiempo en las Galias. Éramos amigos, tú eras druida y te llamabas entonces Allan Kardec”


A partir de ello, estudia y experimenta las comunicaciones con los difuntos, aplicando toda la disciplina que le caracteriza. Su objetivo es probar que existe una vida después de la muerte.


Muy pronto, ilustres contemporáneos lo convierten en su embajador, entre ellos, Víctor Hugo, quien durante una sesión espirita durante su exilio en la isla de Jersey, habría entrado en contacto con su hija Leopoldine, que murió ahogada en el Sena. También encontramos a Téophile Gautier y Arthur Conan Doyle entre las personas convencidas del buen fundamento de la práctica espírita.

En 1859, con 65 años, Allan Kardec muere brutalmente de una ruptura de aneurisma. Poco antes de su defunción anunció:


“Después de mi muerte, si vienes a verme, pon tu mano en la nuca de la estatua que sobresaldrá de mi tumba, luego pide un deseo. Si te responden, regresa con flores.”


Su tumba es un dolmen, homenajeando al Druida que fue en otra de sus vidas. En la base de la piedra superior del dolmen esta la siguiente frase: “Nacer, morir y renacer de nuevo... y progresar, esta es la ley”.


160 años después de la muerte del padre del espiritismo moderno, más de 20 millones de adeptos siguen practicando el espiritismo de Allan Kardec. Su herencia sigue fascinando.







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“Agrupados, apretados unos contra otros, los libros tienen la estabilidad y perseverancia de los menhires.”


Bernard Pivot


Situado en Romanyà de la Selva, provincia de Girona, no está muy lejos del conjunto megalítico la Cova d´en Daina, una galería cubierta (dolmen) que conserva de manera remarcable su crómlech (circulo de piedras).


La palabra bretona “men-hir” significa: piedra larga.


Es posible que nuestros ancestros, los celtas, no plantaron los menhires y quizás no tenían esa intención; no obstante, sabían lo que desprendían desde el punto de vista energético y el uso que podían hacer de ello.

Sabían percibir los intercambios energéticos entre el cosmos y la Tierra, pero también la energía que despejan tales menhires, eran conocedores de la manera que podían usar su energía en el plano terapéutico. Algunos menhires, despejan una fuerza neutra, otros, una fuerza especial que favorece el equilibrio y la sanación, es el caso del menhir de la Murtra.


Alrededor de este menhir, y en el dolmen de la Cova d´en Daina, he realizado sesiones de captación enérgica de estas piedras antenas, para, con toda la buena intención y técnica correspondiente, sanar alguna deficiencia bilógica y equilibrar campos magnéticos a muchísimas personas que asistían entonces a estas sesiones. Por otra parte, hemos trabajado en el menhir de la Murtra con estas energías telúricas y cósmicas en altas meditaciones celtas.


De aquí a unos meses, volveremos allí con un programa de trabajo y ejercicios para todos, a fin de integrar todas estas energías megalíticas que nos legaron nuestros ancestros y que nos regala madre tierra y el universo.


No se trata de creer o no en ello, en el mundo invisible existan muchas cosas familiares. Utilizamos por ejemplo todos los días ondas que no vemos para nuestro uso cotidiano como: electricidad, radios, televisiones, radares …


La medición de estas energías de las piedras megalíticas, la efectuamos con instrumentos de radiestesia, como varillas paralelas, péndulos, brújula... junto a escalas que indican los valores energéticos.

Les energías telúricas y cósmicas, convergen en estas esculturas neolíticas, solo se trata de saber y conocer cómo usar estas fuerzas y acogerlas con respeto y sabiduría.


“En todo momento el hombre se ha dado cuenta de que existen muy diversas energías en el cielo y en la tierra de las que podría aprovechar. Algunos recursos naturales son fáciles de explotar y otros lo son menos porque son inherentemente más sutiles.”


Gilbert Le Cossec

En los libros de Piedra...

José Luis Nuag





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